Todos somos conscientes de los cambios que la pandemia ha provocado en la sociedad actual y el sector inmobiliario no es, ni mucho menos, una excepción. Los meses que pasamos encerrados y las restricciones sociales a las que nos hemos visto sometidos han modificado claramente las preferencias de la demanda y estas particularmente han afectado a la vivienda de segunda mano y potenciado a las de obra nueva, debido a la capacidad que esta última tiene para adecuar la oferta a la actual demanda, hoy en día todos por norma general buscamos crear espacios más idílicos en nuestros hogares, para ello la principal y más clara petición de los clientes suelen ser los ya temidos por muchos agentes "¿tiene balcón?" o "Busco una parcelita para tener algo de exterior" .

La búsqueda de espacios más grandes, abiertos y en los cuales se prima la comodidad en casa por encima de la localización de la vivienda o de un ahorro en la inversión (aunque a todos nos guste lo barato...) son los principales cambios en las tendencias actuales.

¿Y por qué esto afecta a la segunda vivienda ? Por norma general dos características fundamentales de las viviendas de segunda mano suelen ser:

  1. Buena localización  - Esto es como la ley de la sombrilla que tanto se ve ahora en agosto, quien llega antes a la playa pone su sombrilla más cerca del agua ¿no? Pues lo mismo, pero respecto a los centros de las ciudades o los pueblos, mientras más cerca del centro estemos más antiguas serán las edificaciones, porque antes se hicieron.
  2. Menos metros, mismo número de habitaciones - Debido a que suelen estar en entornos más urbanos, por norma general estas viviendas cuentan con menos zonas exteriores o sus metros cuadrados suelen estar más optimizados desde el punto de vista constructivo (esto último sobre todo se da en viviendas construidas en la gran burbuja inmobiliaria que vivimos en nuestro país)

Pues bueno, estos dos conceptos han pasado a un claro segundo plano tras la crisis del coronavirus y ya muchos clientes buscan salirse de grandes núcleos de población a cambio de encontrar más espacios abiertos en sus viviendas o comunidades más ecológicas, llegando incluso a trasladarse a zonas totalmente rurales. Hoy en día se priman viviendas más funcionales, sostenibles♻️ y cómodas, aunque por contra estén más lejos de los centros urbanos y esto es debido a las tendencias sociales que debido al covid19 se han acelerado, como son el teletrabajo o las interacciones sociales a través de las redes, entre otras muchas.

En este aspecto, la vivienda de segunda mano no tiene la suficiente capacidad para adaptarse a los cambios producidos, esto ha hecho que viviendas que en un escenario precovid tenían una salida en mercado fácil (como podía ser un pequeño piso sin terrazas ni balcones situado cerca del centro de un núcleo de población) a día de hoy sean más difícil de absorber por la demanda actual, quedando claramente como productos para inversores en busca de su posterior alquiler (Nota: un inversor no compra caro).

Compradores, vendedores, intermediarios, promotores y en general todo actor relacionado con el sector inmobiliario deberían realizar una profunda revisión en estos momentos del cambio social que se esta produciendo, el cual podría desembocar en cambios evidentes para adaptarse a lo que parece que ya es una realidad.

Por este motivo, y sintetizando mucho el tema, la oferta de nueva obra tiene la obligación y la capacidad de adaptar el mercado a las nuevas exigencias de la demanda, y en ello están desde luego, creando comunidades con zonas de ocio, piscinas o dando más importancia que antes a los exteriores de la vivienda. Quedando para la vivienda de segunda mano la única vía de una corrección de precios que le permita ser competitiva frente a las nuevas construcciones.

 

Foto de Casa creado por rawpixel.com - www.freepik.es - Texto creado por Diego Gómez - www.gogarproperties.com